he estado sentado durante hora enteras en tres sitios distintos del mismo espacio físico: frente al televisor, pasando autómatamente los canales sin detenerme especialmente en nada (salvo a la hora del fútbol), frente al computador, cazando información nueva que luego me sabe a vieja y finalmente en mi cama, negándome a acostar por una fidelidad altamente extraña al insomnio.
durante todo ese tiempo, conscientemente perdido a causa de no tener más nada que hacer y en espera de que aparezca trabajo y empiece a estudiar, me puse a pensar las causas de mi espera dado que empieza a desesperar. los resultados de tal divagación mental me han desalentado más respecto de mi existencia, cabe aclarar que mi desaliento no es de ahora, comenzó hace casi 15 años luego de mi choque con la Náusea y el aprendizaje y aprehendimiento del astío.
durante nuestro recorrido mortal una sola cosa fundamenta nuestro tránsito más o menos soportable y crea los paradigmas necesarios para las sonrisas, los llantos, los sueños y las utilidades en el tiempo adecuado, esta es la cotidianidad. esta se forma de una serie de parámetros y determinaciones impuestas socialmente a lo largo de nuestro desarrollo, en primer lugar creados de manera externa a nosotros (entiéndase como "sin nuestra participación consciente") y luego con nuestra entera disposición, incluso como determinantes.
pasamos por diversas etapas: nuestros padres al 100%, la escuela, la universidad, los amigos, las parejas, los esposos, las religiones, el trabajo, y de nuevo la familia al 100%; hasta morirnos. en todas estas etapas nos van colocando (y nos vamos colocando) una serie de parches "normalizantes" que nos permitan interactuar funcionalmente dentro de la sociedad, todos estos parches han sido estandarizados históricamente, lo cual es el fundamento de la socialización sistémica que nos imponen.
esta normalización se basa en que subjetivamente nosotros aceptemos como natural nuestro tránsito terrenal, cumpliendo fielmente con las tareas, e incluso los errores, que nos hacen reconocibles dentro de un espectro social al que pertenecemos. en palabras simples, eso significa que veamos los programas de televisión que están enfocados a nosotros, le rezemos a los dioses que nos inculcan, nos pongamos de pie ante los mayores y no los tuteemos, obedezcamos la sacrosanta palabra de nuestros padres y asumamos que el todopoderoso profesor es el que lo sabe todo, luego que bajemos la cabeza ante el jefe, ante la esposa o esposo, ante los suegros y le enseñemos a nuestros hijos todo lo anteriormente descrito, de manera fiel para no romper la tradición. es más, que tengamos sexo en la forma determinada, que nos equivoquemos en las cosas que debemos, que nos rebelemos ante lo permitido y no contra otra cosa, en fin, que estemos dentro de lo que los otros determinan es la vida en el mundo.
es la cotidianidad la que determina nuestra aceptación al resto, nuestros odios y amores, nuestros pasos y expectativas, y viceversa. es el recurso con que cuenta el sistema para su reproducción individualizada. no existe negación de ella, no es siquiera imaginable, el mismo sistema se encarga de crear los "antivirus" necesarios para las "rarezas", a tal punto que estas sean eliminadas o digeridas, que a la larga es lo mismo.
Cuando Carlos Marx hablaba de las dificultades de romper con el sistema capitalista, dado que es el mismo sujeto creado por el sistema, el que lo fundamenta, el sujeto alienado; es el que tiene que enfrentarse y destruirlo, ciertamente nos ponía ante la disyuntiva de cómo ingresar en una nueva era y crear las bases de un nuevo sujeto, desalienado, de un hombre nuevo. por las necesidades científicas de Marx su visión inscribió al sujeto en el plano económico y luego lo extrapoló a su vida humana resultante de su papel en la producción, el psicoanálisis lo llevó hasta el nivel de la subjetividad. pero nadie llegó al plano de "la común-convivencia-cotidiana", esa que es la que yo veo todo los días (y todos vemos): la de los niños a la escuela y la profesora regañándolos porque gritan o juegan o no se adaptan, la de la madre ante la novela, llorando con las desventuras de la pobre y celebrando el triunfo del amor y la riqueza soñada o la del padre que, cansado de lamer culos, llega de mal humor, los domingos de fútbol, los viernes de fiesta, los miércoles de sexo y los jueves de engaños, los pleitos, los psicólogos, dormir, comer, cagar y todos los etcéteras que todos vivimos a diario (por favor ubicarnos cada uno en la clase social a la que pertenecemos, algo así como si soy rico, en vez de lamer culos, dejar que nos lo laman). es en este pequeño detalle en el que se configura toda una estructura que permite por ejemplo que dios haya sobrevivido todos estos siglos a pesar de lo absurdo de su historia, que sigan existiendo imperios y delirios de grandeza y que yo tenga de que quejarme sin que haga nada para cambiarlo, que sigamos denunciando la inutilidad de las instituciones pero les rindamos silencioso respeto, como a la familia, nuestro enemigo necesario.
en fin, es la cotidianidad el punto de referencia de nuestra cárcel obligatoria, es la alienación en su forma más descarada y a la vez menos comprensible. ahora entiendo porque Sartre decía que el sentido de la libertad es la angustia. pero sobre todo, ahora entiendo porque me desespera tanto recorrer puestos durante tantas horas.
ahora me despido, debo ver si tengo correo, si llama alguna novia, si empieza alguna serie, si hay trabajo o me muero en algún momento.
durante todo ese tiempo, conscientemente perdido a causa de no tener más nada que hacer y en espera de que aparezca trabajo y empiece a estudiar, me puse a pensar las causas de mi espera dado que empieza a desesperar. los resultados de tal divagación mental me han desalentado más respecto de mi existencia, cabe aclarar que mi desaliento no es de ahora, comenzó hace casi 15 años luego de mi choque con la Náusea y el aprendizaje y aprehendimiento del astío.
durante nuestro recorrido mortal una sola cosa fundamenta nuestro tránsito más o menos soportable y crea los paradigmas necesarios para las sonrisas, los llantos, los sueños y las utilidades en el tiempo adecuado, esta es la cotidianidad. esta se forma de una serie de parámetros y determinaciones impuestas socialmente a lo largo de nuestro desarrollo, en primer lugar creados de manera externa a nosotros (entiéndase como "sin nuestra participación consciente") y luego con nuestra entera disposición, incluso como determinantes.
pasamos por diversas etapas: nuestros padres al 100%, la escuela, la universidad, los amigos, las parejas, los esposos, las religiones, el trabajo, y de nuevo la familia al 100%; hasta morirnos. en todas estas etapas nos van colocando (y nos vamos colocando) una serie de parches "normalizantes" que nos permitan interactuar funcionalmente dentro de la sociedad, todos estos parches han sido estandarizados históricamente, lo cual es el fundamento de la socialización sistémica que nos imponen.
esta normalización se basa en que subjetivamente nosotros aceptemos como natural nuestro tránsito terrenal, cumpliendo fielmente con las tareas, e incluso los errores, que nos hacen reconocibles dentro de un espectro social al que pertenecemos. en palabras simples, eso significa que veamos los programas de televisión que están enfocados a nosotros, le rezemos a los dioses que nos inculcan, nos pongamos de pie ante los mayores y no los tuteemos, obedezcamos la sacrosanta palabra de nuestros padres y asumamos que el todopoderoso profesor es el que lo sabe todo, luego que bajemos la cabeza ante el jefe, ante la esposa o esposo, ante los suegros y le enseñemos a nuestros hijos todo lo anteriormente descrito, de manera fiel para no romper la tradición. es más, que tengamos sexo en la forma determinada, que nos equivoquemos en las cosas que debemos, que nos rebelemos ante lo permitido y no contra otra cosa, en fin, que estemos dentro de lo que los otros determinan es la vida en el mundo.
es la cotidianidad la que determina nuestra aceptación al resto, nuestros odios y amores, nuestros pasos y expectativas, y viceversa. es el recurso con que cuenta el sistema para su reproducción individualizada. no existe negación de ella, no es siquiera imaginable, el mismo sistema se encarga de crear los "antivirus" necesarios para las "rarezas", a tal punto que estas sean eliminadas o digeridas, que a la larga es lo mismo.
Cuando Carlos Marx hablaba de las dificultades de romper con el sistema capitalista, dado que es el mismo sujeto creado por el sistema, el que lo fundamenta, el sujeto alienado; es el que tiene que enfrentarse y destruirlo, ciertamente nos ponía ante la disyuntiva de cómo ingresar en una nueva era y crear las bases de un nuevo sujeto, desalienado, de un hombre nuevo. por las necesidades científicas de Marx su visión inscribió al sujeto en el plano económico y luego lo extrapoló a su vida humana resultante de su papel en la producción, el psicoanálisis lo llevó hasta el nivel de la subjetividad. pero nadie llegó al plano de "la común-convivencia-cotidiana", esa que es la que yo veo todo los días (y todos vemos): la de los niños a la escuela y la profesora regañándolos porque gritan o juegan o no se adaptan, la de la madre ante la novela, llorando con las desventuras de la pobre y celebrando el triunfo del amor y la riqueza soñada o la del padre que, cansado de lamer culos, llega de mal humor, los domingos de fútbol, los viernes de fiesta, los miércoles de sexo y los jueves de engaños, los pleitos, los psicólogos, dormir, comer, cagar y todos los etcéteras que todos vivimos a diario (por favor ubicarnos cada uno en la clase social a la que pertenecemos, algo así como si soy rico, en vez de lamer culos, dejar que nos lo laman). es en este pequeño detalle en el que se configura toda una estructura que permite por ejemplo que dios haya sobrevivido todos estos siglos a pesar de lo absurdo de su historia, que sigan existiendo imperios y delirios de grandeza y que yo tenga de que quejarme sin que haga nada para cambiarlo, que sigamos denunciando la inutilidad de las instituciones pero les rindamos silencioso respeto, como a la familia, nuestro enemigo necesario.
en fin, es la cotidianidad el punto de referencia de nuestra cárcel obligatoria, es la alienación en su forma más descarada y a la vez menos comprensible. ahora entiendo porque Sartre decía que el sentido de la libertad es la angustia. pero sobre todo, ahora entiendo porque me desespera tanto recorrer puestos durante tantas horas.
ahora me despido, debo ver si tengo correo, si llama alguna novia, si empieza alguna serie, si hay trabajo o me muero en algún momento.