me enamoré de una bailarina exótica, de esas que hay en este país, multiuso, porque son damas de compañía y compañeras sexuales, claro, con el pago debido por cada uno de los servicios (US$17 el trago para que te acompañe y quién sabe cuánto para que tú la acompañes en su cama). el caso es que me enamoré de ella, cómo pasó? si tuviera la respuesta no les compartiría esta reflexión. qué hizo para provocar el enamoramiento? eso es más fácil de contestar: representó bien su papel.
así es, estoy claro de que la persona que durante horas estuvo sentada frente a mi, con sus piernas es mi regazo, la sonrisa de cristal y muy poquita ropa, no es la persona que se levanta todos los días desgreñada, que cuida a su hijo, que hace compras, que viste de jeans y camiseta y duerme hasta tarde. la persona sentada a mi lado era un papel representado que, se supone, logra despertar las ansias de compañía y afloja las billeteras de los solitarios, los degenerados y uno que otro curioso (mi caso, aunque no lo crean).
se acercó a mi con el contorneo de sus curvas, yo no tenía la mínima intención de cumplir con el rito en esa clase de lugares, pero viéndola tan alta, con ese rostro entre lujurioso e inocente, los senos pequeños, las caderas amplias y esa caricia en mi rostro que congeló mi sangre, no me quedó más remedio que aceptar su compañía y despojarme del poco dinero que llevaba. desde el principio planteé el juego, yo no la iba a tocar, ella no se me iba a insinuar, acabaríamos un par de tragos, tendríamos una charla amena y luego yo partiría a la normalidad.
primera señal de peligro: desde el principio no pude resistirme a no quitarle los ojos de encima. ella, acostumbrada a eso, solo sonreía y continuaba su charla. reí con sus historias, me puse serio, aconsejé.
segunda y cuarta señal de peligro: sus tragos duraron una eternidad inexplicable, o eso sentí yo, imbuido en los acontecimientos y en su figura, sentí que ella estaba más que cómoda conmigo y, habidas cuentas de que no habrían más tragos después de ese, ella los tomó con toda la parsimonia del mundo.
tercera señal: le tocó el turno de ocupar la pista de baile, me susurró al oído que me iba a dedicar su actuación. subió, movió su cuerpo. debo admitir que hay una especie de coreografía preestablecida por lo que no puedo decir que fue un baile especial. llegó el momento del desnudo. ahí estaba ella, mostrándolo todo, sonriendo, bajó del escenario y ocupo mis piernas por un instante, yo sudaba, intentaba no verla, ella sostuvo mi rostro y lo obligó a posarse en sus senos, en su pubis, me dijo -no te pongas nervioso- y volvió al escenario. una vez terminado el show volvió a mi lado.
quinta señal: le hice explícita mi idea de que ellas representaban un papel y pensaban que todos nosotros éramos unos pervertidos. no pude aclararle que mi caso era distinto, no tenía como probarlo. ella volvió a reír y me dijo que yo le caía bien y volvió a su tema de conversación.
sexta señal: le pedí su número. ya sé que piensan que me pasé de la raya. qué iba a hacer?. ella inmediatamente reaccionó, aclaró que eso era imposible.
séptima señal: su segundo trago estaba a la mitad. de pronto se levanta, va hacia la barra, habla con otra de las muchachas y vuelve. no dice nada. de pronto aparece la muchacha con la que había hablado, le entrega algo y se marcha. ella tira algo a mi costado, se me acerca de manera muy cariñosa, posa sus labios cerca de mi oído y susurra -coge lo que hay a tu lado, no lo veas, guárdalo- se aleja y continúa hablando de cualquier caso. yo, curioso enfermizo, corrí al baño y vi lo que había guardado: un número de celular.
octava señal: el trago se acabó, ella dijo que tenía que retirarse, yo le tomé una mano y la dejé ir. otra muchacha, a la caza, se acercó, posó sus manos en mi entrepierna y me ofreció el mayor de los placeres, yo, sudoroso dije -no gracias-
novena señal: era hora de partir, al acercarme a la puerta de salida, me quedé un momento frente a ella, que estaba sola, le sonreí y le agradecí, ella sonrió, me invitó a volver mientras movía su mano en señal de despedida. yo salí, encendí el carro y tardé dos horas en llegar a la casa.
décima señal: aun me acuerdo de su rostro, de sus pechos, de su sexo. no me acuerdo de su nombre, sea real o falso. pero lo que más recuerdo es que no paraba de hablar, nunca había visto a alguien hablar tanto. yo no hablé casi nada, solo sonreía o me ponía serio, solo pedí su nombre. yo nunca me callo, pero ese día no sabía de qué hablar. me acuerdo de su voz.
cómo les dije, me enamoré de ella, de alguna forma extraña, que no pretende buscarla, ni me ha hecho volver a ese sitio, ni la he llamado, pero no me pasó desapercibida y espero siempre, como ensueño, encontrarla por casualidad, solo eso, porque qué más puedo imaginar?