viernes, 31 de diciembre de 2010

2010....fin


otro año se ha suicidado cruzando la carretera justo cuando la tan mencionada ruta pasaba a su acostumbrado paso. el poeta ha caído en otro orificio, dejándose llevar por las vidas soeces y sus letras ensangrentadas.

a penas ayer tenía una sensación como de poder despertar mañana. de repente nada. ni las sensaciones más primitivas perecen tener razón de existir. o ganas. y con el cadáver desmembrado de este último año, ya ni ganas quedan. y el poeta?... bueno tanta mierda tiene algo de metáfora.

a dios lo vistieron una vez más. le recortaron la barba, le quitaron la ropa, un burro y tres viejos lascivos lo acompañaban y la histeria colectiva le cantó, se emborrachó en su nombre, se masturbó en espera de la próxima fecha, en la que se muere y se resucita y se va. ay poeta! tal vez te quede alguna lágrima para seguir.

todos a las calles! nos anuncian que a falta de causa real para llorar al muerto, tendremos que celebrar al próximo suicida. de todos modos el lunes habrá que tomar la tan mencionada ruta y seguir en la mentira cotidiana, ya sin abrazos ni guaro ni putas ni dios. en 12 meses más repetiremos este cacareo de siglos. y dios con sus huevos mínimos volverá a nacer con todo y la masturbación de las monjas y sus curas.

y tu poeta? tal vez resucites también, no queda mucho más por hacer, es fin de año, otro más, y a ti solo te quedan las palabras y la mierda. como a mi. casi.

lunes, 20 de diciembre de 2010

‎"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad."


nos condenamos a ser libres, como diría Sartre en una de sus alucinaciones sobre nuestra humanidad. no me mal interpreten, jamás podría hablar del francés este que se encargó de definir mi propia humanidad cuando el ya había dejado de existir y yo empezaba a hervir en hormonas. pero me rebotó esa idea en la cabeza y me ha estado dando vueltas y más vueltas. condenados a ser libres... siempre había asumido lo contrario, es decir, había creído que la justificación de la existencia era precisamente lo contrario a la libertad.

según sartre, la libertad es angustia por definición. asumo que tiene que ver con situar al sujeto ante la falta de necesidad de las decisiones, algo así como un no-lugar, individual, sin interdependencias. es angustia porque nuestra acción racional tiende a la autolimitación como medio de control de nuestro espacio vital, de alguna forma negamos nuestra propia humanidad en favor del concepto, del paradigma, del prejuicio. pero si asumimos de que es precisamente la libertad la esencia primaria de la existencia, entonces tendemos inevitablemente hacia ella, hacia el espacio sin muros ni excusas donde nos situamos ante nosotros, desconceptualizados pero, en tanto humanos, atemorizados ante la perspectiva de lo infinito, ante la imposibilidad de tomar un camino u otro, porque no existen, o existen al mismo tiempo y todos son posibles pero no obviables. es decir, angustiados.

ni siquiera me acuerdo el génesis de esta reflexión, supongo que es el desencanto, así en general y ambiguo, de todo y hacia todo. supongo que, también parafraseando (casi violando) a sartre, soy un soñador, y la libertad como mi existencia, y como esta cotidianidad, agustiantes todas, provocaron mi queja y mi rabia, y confundí esto que es desencanto con el realismo... como todos los soñadores

miércoles, 15 de diciembre de 2010

verde y rojo


bienvenidos sean todos a la histeria colectiva. hemos entrado en el mes en que todo se colorea, las calles se llenan, las personas actúan de formas muy extrañas, las luces marean a cualquiera, se gasta más en comida que todo el año en su conjunto, de hecho, se gasta más en general. la TV nos bombardea con la combinación perfecta de dios y los regalos que debemos dar. se nos prohibe aburrirnos, dejar de ser cariñosos, negarnos a las añoranzas, es completamente inaceptable no emocionarse ante la posibilidad de poner el niño en el nacimiento, comerse las uvas, abrir los regalos y ver como se nos escapa un año más. los que han perdido a alguien lo lloran más que de costumbre. es obligatorio desvelarse, dar abrazos, rememorar el paso del tiempo.


es tanta la histeria que este es el mes que mide la salud completa de la economía en el año, todos se apresuran a definir el futuro a partir de lo que hagamos en las tiendas, mercados, pulgueros y demás templos del consumo. es tanta la histeria que todos transitan por las calles como salidos de una película de George Romero. es más, cobra mucho sentido adquirir, consumir, beberse o comerse las cosas más normalmente estúpidas. han notado la cara de decepción de las personas cuando el regalo es lo más cercano a útil, en cambio, han visto lo realizados que se sienten si lo recibido no sirve para nada.


no me mal interpreten, lo más seguro es que yo me una a la lógica social que nace con diciembre y muere con enero, al final, hasta eso es una transmisión cultural producto de la interacción social. por eso es una histeria colectiva, como la religión, la lotería y justin bieber, ninguna sirve para nada, son hasta dañinas y sin embargo las consumimos cual drogas, casi tanto como las veces que vamos al baño.


feliz navidad, feliz año nuevo... que aburrido me siento hoy


viernes, 10 de diciembre de 2010

horario laboral


-las ironías de la vida. a veces hay tanto silencio entre las cuatro paredes que me rodean y sin embargo parece ser que es una algarabía resultado de una de las tantas histerias colectivas que nos rodean. digo que es irónico porque pareciera no pasar nada por horas enteras y sin embargo nada está quieto en realidad, y sin embargo el movimiento es ni siquiera perceptible, es como si todo de repente se detuviera en un plano uniforme-


la taza de café se ha enfriado, es lo que suele ocurrir cuando la dejas por mucho tiempo tendida a un costado de la mesa sin prestarle la atención que se merece en tanto fue objeto de tu deseo -¿cuántas cosas más se enfrían por la misma razón, en otros contextos?- ni modo. con el café frío, los cigarros escasos y la maldita costumbre de cumplir órdenes, solo queda quedarse sentado, en la misma actividad iniciada horas antes, en una sensación de quietud inerte -me imagino que algo parecido pasa justo a la hora de la muerte- no es nada problemático el asunto en realidad -nunca lo es- es solo esperar la hora precisa para esfumarse -y mientras tanto tomarse de un solo trago el café y arrugar la cara y cagarte en la madre de todos los cafés fríos-


una vez llegada la hora, es momento de empezar el largo trayecto hacia alguna parte -casi siempre la misma- seguramente también se enfrió la comida -otra vez por estar perdiendo el tiempo entre el asfalto y las piernas de la tan cotidiana desconocida- luego, inevitablemente se llega al destino, se destapa el plato -frío en efecto y con muy mala apariencia- se traga -porque esto no se parece en nada a comer- se botan los restos -que en promedio siempre es casi todo lo servido- se corre al baño -a cagar o a disfrutar de los placeres de una taza olorosa a meado- y finalmente se espera la aparición capaz de romper la paz que da la repetición constante de los caminos -y viene gritando por la basura, el transporte de mierda, mi mala costumbre de no lavar el plato, de orinarme en todos lados menos en la puta taza del baño, y porque sí, por eso es lo que ella hace, es su silencio y su paz- entonces se baja el rostro, se le saluda con delicadeza, se asienta con la cabeza -eso es muy importante- se la observa entrar en el baño, se la observa salir y echarse en la cama -cual bulto de papas, si es que esos se echan en las camas- luego, con disciplina y humildad ocupamos el puesto a su lado -dos horas después me toca ocupar mi espacio encima de ella y luego de 5 minutos volver a la posición de inicio, esperar su mala cara, la contabilidad de los gastos de esta pocilga y su segunda ronda al baño, esta vez con las tetas caídas al aire, el bello en extensión infinita y los sobrantes de masa corporal moviéndose libremente por todo el espacio que ocupa- mientras tanto se guarda silencio religioso, luego llega, se acuesta, se duerme -y ronca, mucho, demasiado-.


amanece, viene el desayuno, los dientes -y ella con ese pelo arremolinado y la baba seca en su barbilla- se parte de retorno a las cuatro paredes, al café -otra vez el hijueputa se enfría y otra vez toca arrugar la cara-


-de verdad que hace mucho silencio a veces, no hay olores ni sabores ni formas, solo esa sombra aburrida que espera el momento en que levantes la cabeza para sonreírte y hacerte saber que como ella, estás preso e inevitablemente condenado a repetirte-


mientras tanto nadie te espera, pero no te importa mucho -y que me va a importar si todavía tengo el café frío, medio cigarro guardado como forma de escape y las piernas de la desconocida esa que segurito son visitadas por alguien más-


-las ironías de la vida. estoy jodido y sin embargo nada me parece tan malo-