lo que pasa es que nunca creí en eso de escribir sobre el amor, ni siquiera sé a ciencia cierta si creo o no en el amor. pero como todo lo humano responde a la histeria colectiva, las presiones respecto al tema continúan, sobre todo después de los últimos acontecimientos de los que no voy a comentar nada, porque no.
tanto en las mesas de tragos, como en las complicidades acompañadas, incluso en las soledades compartidas que justifican nuestras presencias en el facebook, el tema en cuestión se ve comentado hasta la saciedad, hasta el aburrimiento. esto claro, convierte en obligatorio para la generalidad en su conjunto la generación de comentarios, sobre todo una vez que se enteran, como en mi caso, de que ciertas cosas te ocurrieron en tiempo reciente.
si se ponen a pensar, es absurdo eso del amor, no el amor, sino las preguntas y respuestas que sobre él se maquinan. para comenzar, ¿alguién puede definirlo con un grado aceptable de credibilidad y sin caer en sentimentalismos o la experiencia? porque el problema de eso es que, o creemos que es lo mejor del mundo o que es lo peor. yo la verdad no sé.
ahora bien, en el caso de la soledad como estado, aquella que no resuelven las compañías casuales o acostumbradas, esa en la que de hecho se buscan más soledades, el problema del amor es que o se mitifica o se obvia con la misma naturalidad. peor aún es cuando ideológicamente comulgas con la verdad, ahí sí se enreda la cosa, porque vamos a estar claros que amor y verdad son antónimos.
yo no sé si le voy a la verdad o a la soledad o a las dos, por lo tanto volvemos al punto inicial, no sé nada del amor. sé mucho de desamores, de mariposas en el estómago y lágrimas y desesperaciones y salivas, lascivia y eyaculaciones, pero del amor nada.
la verdad sea dicha, como diría nuestro adorable perdedor que da nombre a tantas cosas, al menos en mi vida, al menos en esta cosa donde escribo: "odio el amor más de lo que amo el odio"